La calle Ocoña, queda en el centro de Lima Capital, a pocos metros del palacio presidencial y de la plaza de Armas, ya a fines de los años 80 y principios de los años 90 se convirtió en un auténtico distrito financiero peruano.

Precisamente en dicha calle Ocoña y sus alrededores, fueron asentándose numerosas oficinas de cambio y cientos de jóvenes, con puñados de intis en las manos, trataban de vender o comprar dólares por moneda peruana, por lo que se lo conoce como «Dólar Ocoña».

El Mercado Negro de Divisas en Perú

En Perú el dólar negro también recibe el nombre de dólar Ocoña debido a que en la calle Ocoña, ubicada a pocos metros del palacio presidencial y de la plaza de Armas, durante los 90 durante el règimen de Fujimori se había convertido en el auténtico distrito financiero peruano.

En esa calle y sus alrededores, numerosas oficinas de cambio y cientos de jóvenes, con puñados de intis en las manos, tratan de vender o comprar dólares por moneda peruana. La divisa norteamericana cambia su cotización varias veces al día en el jirón Ocoña debido a los cambistas callejeros, cuyos dólares llegan cada día a Lima y al resto de Perú en las avionetas colombianas que acuden al valle del Huallaga para recoger cargamentos de pasta básica de cocaína.

El dólar de Ocoña era un dramático ejemplo de la paulatina influencia del narcotráfico en la débil economía de Perú, donde la economía informal representa entre el 60% y el 70% de la producción nacional.44​En la actualidad siguen operando bandas dedicadas al mercado negro de divisas sobre todo en Lima

Historia del Dolar Ocoña

Podia verse como algunos ofrecían a través de pancartas la compra de dólares rotos y deteriorados. La divisa norteamericana cambiaba su cotización varias veces al día en el jirón Ocoña, pero no por las presiones del Banco Central de Reserva, sino por lo que dictaban los cambistas callejeros por lo que la cotización se la conoce como «dólar Ocoña», cuyos dólares llegaban cada día a Lima y al resto de Perú en las avionetas colombianas que acudían al valle del Huallaga para recoger cargamentos de pasta básica de coca.

Se estima que 4 de cada 5 dólares que circulaban en el mercado informal limeño provenían del narcotráfico. Visto esto es que el dólar de Ocoña fue un dramático ejemplo de la paulatina influencia del narcotráfico en la débil economía del Perú, que por ese entonces estaba agobiado por una hiperinflación del 2.775% en 1989, según cifras oficiales, año en el que el producto interior bruto cayó en un 12% siendo la economía informal una representación de entre el 60% y el 70% de la producción nacional.

Según estimaciones del Banco Mundial, 10 millones de peruanos vivían en unos niveles de pobreza absoluta, y apenas el 20% de la población satisfacía diariamente sus necesidades nutritivas mínimas de 2.400 calorías y 65 gramos de proteínas.

El presidente Alan García, mandatario de ese entonces, afirmó en diciembre de 1988 que al mercado paralelo de Ocoña entraban mensualmente 30 millones de dólares (360 millones al año). Pero su minisro de Economía, César Vázquez Bazán, dijo en junio de 1989, por televisión, que en la economía entraban 1.000 millones de dólares anuales por el narcotráfico.

El mercado de Ocoña y el narcodólar fijaba el tipo de cambio del 70% de las importaciones, y su presión determinaba el tipo de cambio del devaluado inti, la moneda nacional peruana de aquella época. En enero de 1989, el dólar de Ocoña se cotizaba a 1.800 intis.

En septiembre valía 9.000 intis. En diciembre el billete verde se cotizó a 13.500 intis, luego de haber llegado hasta 15.600 intis. El alza imparable del dólar obligó al Gobierno al maquinazo continuo, lo que fue denunciado como causante del alza incontrolado de la divisa norteamericana.

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